Enrique Tierno, académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona sobre la corrupción y el espacio que ha ocupado en la crisis de valores de las sociedades occidentales en su trabajo «Ética y economía en los procesos de corrupción», que presentó durante el IV Acto Internacional-Congreso Europeo de Investigaciones Interdisciplinarias de la RAED, celebrado entre los pasados 11 y 18 de julio en diversas ciudades del Mediterráneo. El académico se mostró optimista ante lo que considera la «institucionalización generalizada de las ideologías que está teniendo lugar en Occidente», que aportará un código de conducta donde antes reinaba la moral cristiana.
«En la actualidad, en los modelos sociales liberal-capitalistas occidentales vigentes, el paradigma religioso cristiano parece estar siendo sustituido como referente moral por una práctica moral basada en el conjunto de valores y normas que la sociedad laica consensue y la práctica democrática va consolidando. De aquí que cada vez sea mayor la metamorfosis entre moral y política. En otras palabras: la política, la sociología y la economía están adquiriendo en la práctica una nueva e importantísima dimensión moral. En mi opinión, estamos ante un proceso de progresiva institucionalización (esto es, incorporación de normas o códigos de conducta a un sistema social) del discurso moral, en busca de una mayor fijeza normativa», argumenta Tierno.
En su discurso, el académico realiza un completo repaso por todo lo que envuelve a la corrupción. Tal y como la entendemos ahora y en sus distintas concepciones a lo largo de la historia. Deteniéndose incluso en una reflexión sobre su actual definición. Tierno hace incapié en su impacto económico global citando las fuentes más autorizadas y analiza la actual concreción legal del concepto superada su dimensión moral. Aunque sin olvidar su relatividad y lo que da en llamar su «polimorfismo».
«No todas las sociedades se guían por los mismos principios morales y los actos que resultan inmorales en unas, son aceptados en otras, por lo que resulta aún más complicado codificar de manera global y mínimamente homogénea las medidas anticorrupción. En otras palabras, el concepto de corrupción es polimorfo, pues sin cambiar su naturaleza inmoral se transforma según aparezca en diferentes contextos: el económico, el legal, el socio-cultural…», considera.