Miquel Ventura
Biólogo, director de la Fundación Mar y colaborador habitual de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
Entrevista publicada por el diario «El Punt-Avui» el 17 de julio de 2020
Miquel Ventura, director de la Fundación Mar y colaborador habitual de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), asegura en una entrevista publicada por el diario «El Punt-Avui» el pasado 17 de julio que todos los indicadores sobre la salud biológica del mar han puesto de manifiesto que el confinamiento decretado por las autoridades para paliar los efectos de la pandemia provocada por el coronavirus causante de la Covid-19 ha supuesto una notable recuperación para los ecosistemas marinos cercanos a la costa mediterránea. Unos datos que evidencian la importante presión de la actividad humana sobre la salud de la vida en el mar y, sobre todo, atestiguan que es tan necesario como posible intervenir en este sentido.
«La pandemia ha supuesto un segundo de paz para el mar, un segundo para devolver el silencio que la naturaleza ha de aprovechar para recuperarse. Ha sido brutal. Imaginemos un delfín, o un pez, que siente a través de unas ondas de presión que generan unos motores, los ruidos de las barcas, los pescadores, los puertos… Todo eso tiene una connotación acústica brutal. Imaginemos que todo esto se acaba de golpe y pasa una semana y no se oye nada y pasan dos y tampoco, y los animales comienzan a resituarse y empiezan a ir a lugares donde no estaban acostumbrados a ir porque tenían miedo del ruido o de impactar con una barca o de acercarse a la costa… Los animales en cierto modo lo entienden perfectamente y se protegen; por tanto, si el hombre desaparece, la naturaleza se recupera, y por eso había delfines cerca de los puertos, que sería lo normal», inicia el entrevistado su reflexión.
Ventura trabaja actualmente en un proyecto de la Fundación Mar para poner en marcha una red de estaciones de control marinas repartidas por el litoral catalán. «Tenemos 22 estaciones de control repartidas entre Cataluña y Baleares, pero ahora sólo pueden funcionar cuatro, que son para las que tenemos presupuesto. En Cadaqués, Palamós, Platja d’Aro, Barcelona y Sant Feliu de Guíxols hemos estado haciendo la cartografía en tres dimensiones, porque cuando tienes claro el valor marino, el patrimonio que tienes bajo el agua, con herramientas innovadoras, informáticas, se puede crear un 3D del fondo marino y así poder ir trabajando en cada punto y saber qué hay y si evoluciona en positivo o en negativo», explica el biólogo.
Para Ventura, uno de los principales problemas que afronta la salud de la vida en el mar radica en que sólo un 0,26% del Mediterráneo tiene algún grado de protección, que a veces no se lleva a cabo, y cifra en al menos un 20% la superficie marítima que debería estar protegida para salvaguardar con una mínima garantía su futuro.