Miquel Ventura, director de proyectos de la Fundación Pro Real Academia Europea de Doctores, destaca cómo los últimos informes de actividad del proyecto Silmar, correspondientes a las observaciones realizadas y datos recogidos a lo largo del año 2022, son de vital importancia a la hora de resaltar la presencia de microplásticos contaminantes en la arena y en la columna de agua, tanto en la estación de la Mar Bella de Barcelona como en la de La Cima de Castell-Platja d’Aro, las dos que Silmar tiene instaladas en el litoral catalán. Los dos documentos alertan del destacado impacto de esta contaminación en la calidad del medio marino y su biodiversidad, lo que a su vez influye en el producto pesquero y en la cadena alimentaria hasta llegar al ser humano, consumidor final.
La Cumbre de Clima COP15 sobre biodiversidad celebrada en la ciudad de Montreal en diciembre de 2022 concluyó con la aprobación del Marco Mundial de la Diversidad Biológica, que se concibe como el plan mundial más ambicioso jamás constituido con el fin de, entre otros objetivos, restaurar al menos el 30 % de los ecosistemas de agua dulce, marinos y terrestres degradados, con especial atención a los ecosistemas prioritarios. El plan también contempla reducir a la mitad la tasa de introducción de otras especies invasoras y a la mitad los nutrientes y contaminantes perjudiciales para la diversidad biológica, así como el objetivo más ambicioso: eliminar el vertido de residuos plásticos.
Mediante el inventario de especies y bioindicadores que lleva a cabo el equipo Silmar bajo el liderazgo de Ventura, se ha podido conocer cuáles son las especies marinas más sensibles a la contaminación, como las esponjas marinas, idóneas para detectar sustancias nocivas como el cadmio, el mercurio, el cobre, el selenio o el cinc. Todo ello permite la detección temprana de focos de contaminantes que pueden poner en peligro a las comunidades marinas y a la salud humana.
Asimismo, los estudios realizados en las dos estaciones Silmar también han puesto de manifiesto los efectos contaminantes de las actividades náuticas, desde la acústica a la química por los gases de combustión. Hay que tener también presente la generación de residuos orgánicos, el consumo de recursos naturales y la generación de plásticos y otros residuos. Por otro lado, una mala gestión de aguas y fangos de lastre pueden contaminar nuestras aguas costeras con especies marinas, foráneas y patógenos de otros mares que pueden llegar a desestabilizar por completo el ecosistema litoral del cual dependemos.
«Abordar la contaminación marina costera requiere acciones de prevención que hay que implementar a nivel individual y colectivo como reducir el uso de plásticos desechables, mejorar la gestión de los residuos, promover prácticas pesqueras sostenibles y evitar la contaminación del agua, lo que, como los informes apuntan, requiere de inversión en infraestructuras, educación y valores. En este sentido, es fundamental que la Administración, la sociedad y las empresas locales trabajen conjuntamente para desarrollar políticas y programas que fomenten la protección y conservación activa del ecosistema marino», concluye el experto.