August Corominas, profesor de Fisiología Humana de la Universidad de Murcia y de la Universidad Autónoma de Barcelona y académico emérito y miembro del Senado de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), presenta a la comunidad académica su artículo «Construir vida, deconstruir muerte», fruto de sus últimas investigaciones y reflexiones sobre la materia. Corominas participó el pasado 31 de marzo en el debate «La mort: comunicació, fisicoquímica i trascendència», que trataba de dar respuesta desde un marco científico y pluridisciplinar a la muerte, con el estudio «Bioquímica y biofísica de la muerte».
Construir vida, deconstruir muerte
Los conceptos de construir vida y deconstruir muerte se han usado mucho para múltiples ejercicios: arquitectura, albañilería, poesía, literatura, ciencias y artes de la comunicación y muchos más. Yo quiero intentar usarlos en los temas que yo trabajo como en la vida humana y la muerte, siempre en relación con nuestra madre, la biosfera.
La naturaleza proporciona al ser humano los elementos celulares para producir una primera unión, la fecundación, primer elemento que actúa e inicia las bases para la vida y sus condiciones esenciales. Automantenimiento, autopoyesis, evolución, reproducción, transformación de materia en energía, termodinámica, física cuántica. Este proceso es rápido, de unas 36 semanas. Es un auténtico acontecimiento vital. Al cabo de este tiempo se organiza la salida del claustro materno y una felicitación a la biosfera.
Durante la vida, las enfermedades y el desgaste por envejecimiento iniciará una deconstrucción fisiológica. Hasta el momento del exitus. Esta persona tendrá siempre con distinta intensidad pasado, presente y futuro. Vida y muerte son dos situaciones antagónicas, separadas en espacio y tiempo con etapas de vida fisiológica (morfogénesis y fisiogénesis). Cada etapa es difícil, nueve meses en el nacimiento y meses, días o momentos para vivir según enfermedad o traumatismo. Entre una y otra está la longevidad y la esperanza de vida, que dependen de tres factores: genoma, ambioma y epigenoma. Esta vida se desarrolla en la biosfera.
La Tierra se formo hace unos 4.500 millones de años y las primeras células hace unos 3.500-3.800 millones. Se formaron en condiciones prebióticas las biomoléculas. Se ha discutido por muchos astrobiofísicos la hipótesis de Gaia (sol, océanos, atmósfera y bioma terrestres) como sistema cibernético autoajustado por retroalimentación que mantiene en el planeta un entorno físico y químico aceptable para la vida. Este sistema se compara a la homeostasis humana y ritmos biológicos que mantiene condiciones constantes mediante el control activo y continuo.
Las moléculas de nuestro cuerpo contienen carbono y nitrógeno y se encuentran sometidas al ciclo del carbono, íntimamente ligado al flujo de la energía, a la fotosíntesis, al ciclo del nitrógeno, del agua y del ritmo cosmoclimático. Por ello decimos que la biosfera es una unidad funcional integrada, que funciona como un todo, por esta razón no podemos tratar al hombre aisladamente.
De esta idea nació la fisiología y la patología ambiental y biosférica. Por ello las emergencias biosféricas climáticas actuan indiscutiblemente sobre el cuerpo y la psique humana. No olvidemos que el hombre es un fenómeno más vital en el cosmos. Cada célula humana y animal constituye un mundo repleto de complejidad. La vida en la biosfera funciona como un sistema termodinámico en un proceso contra el equilibrio: autopoyesis, reproducción, evolución, interacción con el entorno, fotosíntesis, transmutación de materia y energía.
Estas ideas las desarrollamos en sendos cursos de «Fisiopatología ambiental, temporal y aerocosmonáutica» (Colegio de Médicos de Barcelona) y «El tabú de la muerte» (Universidad Autónoma de Barcelobna y Hospital Germans Trias y Pujol). Creemos que el hombre no puede separarse de la biosfera y en estos casos deben tenerse en cuenta las emergencias climatológicas y el cambio climático sobre la fisiología y patología humanas.
La OMS calcula que un 24 % de la morbilidad mundial y un 23 % de mortalidad se debe a factores medioambientales. Un ejemplo penoso es que la comercialización de animales salvajes vivos han producido muchas zoonosis y específicamente la Covid-19. Véase el problema de las granjas de visones de Dinamarca. Han debido ser sacrificados todos los animales.
La biosfera es una auténtica madre-naturaleza que nos protege y nos alimenta. La biosfera tiene las condiciones adecuadas para la vida humana: gravedad, oxígeno, presión atmosférica, alimento y agua. En ningún otro planeta se podría vivir como en la biosfera, sin precauciones especiales. La fisiología ambiental se encuentra perfecta y con una tolerancia y adaptabilidad extraordinarias. La humanidad maltrata y abusa de la biosfera. ¿Cuántas toneladas de macro y microplásticos hay en el mar? Y en la atmósfera hay gases que perjudican a la población humana. ¿Cuántas muertes serán debidas a la contaminación? En Barcelona cada año mueren miles de personas por enfermedades respiratorias (asma, bronquitis, EPOC, neumonía…) producidas por gases atmosféricos.
Quiero poner en valor lo muchísimo que ofrece la biosfera procedente del reino vegetal, reino animal e hidrosfera. En la flora nos ofrece todos los productos vegetales, productos sanitarios para el tratamiento de enfermedades, perfumes y fitoterapia para tratamientos en medicina alternativa de procedencia china. En la fauna tenemos toda la ganadería y otros muchos animales comestibles, productos derivados, lácteos, la miel, incluso el futuro de la entomofagia. Y el mar, pescados y mariscos. Además, muchos animales sirven para la experimentación de productos farmacéuticos.
¿Cómo actúa la biosfera y cuál es su efecto sobre el cuerpo humano? Actúa a tres niveles:
1. Grandes emergencias (tormentas, huracanes, tempestades, tifones, terremotos maremotos, inundaciones…): se producen muchas muertes, devastación y enfermedades posteriores, pérdidas de viviendas, de ganado, de ciudades, carreteras… que provocan mucho estrés y afectan gravemente la habitabilidad y la vida humana.
2. Contaminación atmosférica, especialmente gases tóxicos, aerosoles, partículas ultrafinas y en grandes ciudades con problemas respiratorios (asma, bronquitis, neumonías, EPOC).
3. Contaminación de la hidrosfera, sobre todo aguas residuales, vertidos de cruceros y petroleros y, sobre todo, microplásticos (12 millones de toneladas de plástico cada año en los mares y océanos) que perjudican a la fauna y flora marina, infectan peces que serán ingeridos por personas. Hasta en la Fosa de las Marianas hay fragmentos de plástico. Algún plástico tiene unos 500 años de vida.
¿Cuántas intoxicaciones se producen en personas que consumen pescado y marisco del Mediterráneo? ¿Tendremos que buscar exoplanetas y exociudades? La pandemia actual ya enseña lo mal que se vive con un virus patógeno externo. La OMS considera que la situación actual es insostenible para la salud humana. Recomienda para este siglo revertir el cambio climático, la transición energética, la corrección de la desigualdad poblacional y la lucha contra la pobreza y respeto a los refugiados, solucionar la demografía humana, la economía circular, la eliminación de residuos y gases atmosféricos tóxicos y estudiar las ciudades saludables, amigas e inteligentes imitando a Singapur, Tokio, Abu Dabi…
Ante tanta depredación y desperdicio, ¿no vamos a reaccionar? Hay muchas organizaciones que proponen soluciones a medio plazo (2030), como el Pacto Verde Europeo. Se plantean grandes modificaciones: ciudades inteligentes saludables, habitables, sostenibles, prósperas, resilientes, sin gran contaminación, pocos coches, movilidad sostenible, energías renovables, economía verde y aplicación de nuevas tecnologías. La OMS señala que la contaminación empeora el pronóstico de algunas enfermedades como la Covid. En el Caribe se está construyendo una estación para vivir durante un tiempo, Proteus Aquanauta Cousteau (2023). También destaca el proyecto Silmar.
El hombre es una máquina multisistémica abocada a la fatiga de materiales y a la autodestrucción mediante la flora tanatológica. La vida humana es un juego de metabolitos, enzimas, con un final positivo para la síntesis mitocondrial. La vida humana no es un estado, es un proceso de reacciones químicas de moléculas que contienen carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. Se concibe como el fruto de una ilusión, un acto de amor.
Esta vida va evolucionando y progresando, cambiando de nombre según un algoritmo: infancia, adolescencia, juventud, edad adulta, madurez, vejez, longevidad, síndrome del declive y muerte. Hay dos fenómenos fisiológicos: morfogénesis y fisiogénesis, con etapas con gran movilización hormonal. La supervivencia humana está muy influenciada por la salud del planeta. La vida humana termina con la muerte. Esta muerte es importante para los vivos. Dice Epicuro que la muerte es para los demás.
La muerte es un proceso que se inicia con el exitus. Se describen tres clases de muerte: muerte social (cuando el paciente es diagnosticado de enfermedad crónica o terminal), muerte clínica y muerte biológica. Según Harari, en un futuro será necesario un superordenador y técnicas de inteligencia artificial para comprender mecanismos de envejecimiento y muerte. En un futuro próximo los objetivos serán la inmortalidad, la felicidad y la divinidad.
Se nace para morir. Hay que diferenciar la muerte celular, que se produce por necrosis o por apoptosis, de la Muerte orgánica o plurisistémica, que es proceso mucho más complicado. Es un concepto metafísico. La muerte es, pero no está. Es un antivalor. Es un viaje desconocido. Es la ausencia presente. Es la nada. Es una pérdida. Es una trastada del cielo, el traspaso al estado sobrenatural. Todos tenemos fecha de caducidad. «Mors certa, hora incerta».
Es la negación absoluta. Es el fracaso de la biología. Es la entropía máxima. Es el catabolismo total. Desaparición de cualquier movimiento vital. Desregulación de todas las funciones neurológicas. «Rigor mortis». Es la desesperación. Provoca una explosión de duelo en los seres queridos. La muerte es un tema muy presente en la literatura. Kubler-Ros estudia el comportamiento de gran numero de moribundos y observa en la obra «On Death and Dying» que hay un modo homogéneo de conducta: 1 Negación y aislamiento. 2 Indignación e ira. 3 Regateo o negociación. 4 Depresión. 5 Aceptación.
Nunca una muerte o un cadáver había tenido tan poco valor como después de una guerra o después de una plaga. Muchas persones con un proceso mortal de Covid han pasado un auténtico calvario de soledad, aislamiento e incluso de desafectación sensorial y social. Horrible.