Joan Oró Florensa (1923-2004) es el protagonista de la vigesimonovena entrega que la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) dedica a las grandes figuras de la ciencia y el pensamiento que han formado parte de su historia y que la actual Junta de Gobierno quiere agradecer, reconocer y reivindicar, en el convencimiento de que quien no tiene memoria, no tiene futuro. Considerado uno de los científicos españoles más reconocidos a nivel internacional por su aportación al estudio del origen de la vida, el académico fue miembro de diversos comités de investigación de la NASA y presidente de la Sociedad Internacional para el Estudio del Origen de la Vida. La selección de estos escogidos académicos, de todos los ámbitos del conocimiento, es fruto de la investigación llevada a cabo para la publicación del «Libro del Centenario» de la Real Academia, editado hace ya cuatro años. Personalidades que trascienden su contexto histórico para aparecer hoy en día como referentes del saber.
Nacido en Lleida, Oró destacó pronto en los estudios y se desplazó a Barcelona, donde se licenció en Ciencias Químicas. De origen modesto, tuvo que trabajar en la panadería familiar hasta que pudo pagarse el viaje y los estudios en Houston (Estados Unidos), adonde fue ya casado y con tres hijos. Aunque su idea inicial era estudiar Ingeniería Química se convirtió en investigador de metabolismo junto a Donald Rappaport, profesor de Medicina de la Universidad de Houston. En 1956 se doctoró en este centro y se centró en los estudios sobre la bioquímica de los primeros momentos de la vida sobre la Tierra.
Dedicado a la investigación y la docencia, en 1959 descubrió la síntesis de la adenina a partir del cianuro de amonio o de hidrógeno, poderosos venenos. Estos experimentos abrieron la vía para otros que permitieron realizar la síntesis en laboratorio de todos los componentes de los ácidos nucleicos. Sus descubrimientos lo llevaron a postular la influencia de los cometas en la aparición de la vida sobre la Tierra, y en 1961 propuso que las colisiones de ellos podrían haber contribuido a aumentar los compuestos de carbono en la Tierra, y de este modo haber favorecido la síntesis prebiótica de las moléculas bioquímicas. Eso lo llevó a ser considerado el precursor de la Teoría de la Panspermia, recogida en sus términos generales en su libro «El origen de la vida».
Desde 1962 participó en proyectos de investigación de la NASA y fue uno de los principales científicos que estudiaron las muestras lunares del Proyecto Apollo y de la atmósfera y superficie marcianas que analizó el Proyecto Viking. En 1973 presidió la primera reunión de la Sociedad Internacional para el Estudio del Origen de la Vida y creó en Lleida la Fundación Joan Oró para la promoción de la investigación científica. Regresó a España en 1994 e impulsó la construcción del Observatorio Astronómico del Montsec. Entre los premios con los que fue reconocido destacan la Medalla Narcís Monturiol al Mérito Científico y Tecnológico, la Gran Cruz de la Orden de Mérito Aeronáutico, la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña o la Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. En 2003 fue reconocido por el Rey Juan Carlos I como marqués de Oró por sus trabajos de investigación. Eligió para su escudo de armas la fórmula de la adenina.
Como destacado y activo miembro de la Real Academia, en la sesión itinerante celebrada en Balaguer (Lleida) en 1982 pronunció una conferencia «Las investigaciones espaciales: de Balaguer a Marte», que la RAED atesora con orgullo.