Ignacio Buqueras, impulsor y presidente de honor de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) publicó en la edición del pasado 10 de agosto del diario «La Vanguardia» el artículo «La puntualidad», en el que incide en la necesidad de asumir culturalmente un mínimo rigor de horarios y apuntó la paradoja de que en España se siga considerando normal el retraso en una cita o en el inicio de cualquier actividad pero se cumplan de forma escrupulosa los horarios de servicios como el del AVE. «La puntualidad debería ser para todos una irrenunciable exigencia ética. Nadie tiene derecho a hacer esperar a nadie, ni en un acto público, ni en una reunión, ni en una entrevista… Debemos ser puntuales y exigir a los demás que lo sean», señala el académico tras poner como ejemplo los 52 minutos de retraso con los que se inició la audiencia que el Rey Felipe VI mantuvo con el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.
Para Buqueras, la puntualidad debería ser una obligación personal como respeto al prójimo. «La puntualidad expresa compromiso y responsabilidad. Con puntualidad todo funciona mejor tanto en el mundo del trabajo como en el mundo social. La impuntualidad produce la comparación entre los que son puntuales y los que no lo son, lo que provoca en muchos casos el resentimiento». Y llama a la no aceptación social de este mal hábito como vía obligada para darle una solución. «En España, lamentablemente, la impuntualidad es un hábito socialmente aceptado en algunos sectores de nuestra sociedad. Hay que terminar con ello. La frase ‘vamos a esperar diez minutos’, que los organizadores de muchos actos pronuncian, es una gran falta de cortesía para los puntuales. Siempre, primando al impuntual. Lo mismo ocurre en muchos almuerzos de trabajo y reuniones».
«Es una grave asignatura pendiente, que debemos aprobar hoy mejor que mañana», asevera. En la búsqueda de una solución, llama a dar ejemplo por parte de los referentes sociales: «Los líderes deberían cuidar muy especialmente la puntualidad. Su impuntualidad transmite un mensaje de irresponsabilidad y falta de interés. En cambio, si son puntuales, son un buen referente de ética que seguir, imitar y difundir».
«Tenemos todos los elementos para superar esta situación. La radiografía la conocemos, y la metodología para erradicarla también. Además, tenemos referentes más que importantes. Somos puntuales en las corridas de toros, lo somos en los partidos de fútbol… En los trenes de alta velocidad nuestro índice de puntualidad es el 98,5%, el mayor de Europa, y el segundo del mundo después de Japón. En las compañías aéreas Iberia es de las mejor situadas del mundo. Debemos estar orgullosos y manifestarlo, para que el impuntual, que a todos nos afecta y nuestra imagen exterior perjudica, sea consciente de su falta de espíritu cívico, y cambie su conducta. Además, el impuntual debe aprender a disculparse. Debe ser consciente que es una falta de educación y respeto, y una demostración de su incapacidad para organizar su tiempo y de lo poco que le importa el otro», zanja.