El historiador mexicano Enrique Sada, colaborador habitual de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), ha presentado el estudio «De la Teoría del Estado a la Administración Pública», que publicará en su próximo número «Tribuna Plural», la revista científica de la Academia. En su trabajo, Sada traza la evolución de la organización del Estado y la Administración Pública desde su formulación en los reinos medievales hasta la constitución de los Estados Unidos Mexicanos ya en el siglo XIX, analizando las diferentes corrientes de pensamiento y los modelos de organización política que se han sucedido a lo largo de la historia.
«Para realizar este análisis, en primer lugar debemos reflexionar sobre la gestación y evolución que de algún modo ha venido a sucederse en el Estado Moderno, tal y como lo conocemos, lo mismo en el desarrollo de sus propias pautas tanto como en su interrelación con otros elementos externos como lo son las figuras públicas y su estilo personal de gobernar, al igual que su interrelación con otras instancias alternas, no del todo gubernamentales, y otros estamentos incluso; y en segundo lugar se retomará también la interrelación que por naturaleza existe entre los ciudadanos y el Estado nación al que se pertenece, lo mismo que la necesidad intrínseca del gobierno en pos de legitimarse por medio del ejercicio del poder», considera Sada en el inicio de su estudio.
El historiador se detiene también en las estructuras supranacionales que se formaron en torno a ciertos imperios o reinos e incluso la Iglesia, y cómo ello derivó en un debate a la vez legal y religioso. «Tras la creación de las denominadas iglesias luterana y anglicana, la Iglesia Católica vivió una etapa en que se cuestionó fuertemente su legitimidad como autoridad supranacional, pauta en la que a partir de la época e influencia en que el pensamiento de autoridades en la materia como Erasmo de Rotterdam o Santo Tomás Moro se chocó de frente con las pretensiones omnímodas y estatistas de Lutero, Calvino y Enrique VIII, quienes halagando la ambición de los príncipes de su tiempo, intentaron de vender la idea de cuán conveniente resulta para el gobernante la concentración del poder absoluto -temporal y espiritual- en una sola figura regia, del mismo modo que el ‘rex et sacerdos’ de la protohistoria pagana, aunque dotándola de un matiz en donde se enfatizaba la preponderancia del sentimiento nacionalista a ultranza», explica.
Sada también analiza el papel moral del Estado y su función como garante de las libertades individuales. «La acción política, como toda actividad proveniente del hombre, no puede estar exenta de su correspondiente ponderación moral ante la sociedad en general o ante la consciencia del propio individuo; de modo que un acto político puede llegar a ser definido como correcto o incorrecto, según confluyan en él determinados fines, medios o circunstancias, todas encaminadas a la conquista definitiva de un bien supremo, según se infiere», añade.
Para concluir en la definición de Estado como «aquella organización correspondiente a determinado grupo de individuos, asentados desde tiempo determinado en un territorio luego de haber constituido un orden jurídico que se constituye a sí mismo gracias a la designación de una asamblea o cuerpo de funcionarios, generalmente electo por los mismos, con la finalidad de garantizar a través del ejercicio del mando supremo la continuidad transgeneracional de lo que se define claramente como la instauración del poder público, tras la consolidación de una autoridad visible que de manera autónoma, jerarquizada y centralizada, tiende a velar por la preservación del bien común».