Xabier Añoveros, académico de número y vicepresidente de la Junta de Gobierno de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), impartió el pasado 10 de noviembre en el Centro Cultural Gallego Saudade de Barcelona la conferencia «Valle-Inclán: ‘Divinas Palabras’, el inicio del esperpento», donde relacionó la biografía del reconocido autor gallego con su irrupción en la literatura española y la creación de un nuevo género de deformación grotesca de la realidad desarrollado con posterioridad en su obra «Luces de Bohemia».
El académico se detuvo en el regreso del escritor a Pontevedra tras su primer viaje a México en mayo de 1893. Fue en esa época cuando comenzó a cultivar su particular indumentaria: un poncho mexicano que después se trocó en capa, chalina, sombrero de ala ancha, botines blancos, una larga melena y sus famosas «barbas de chivo» de las que habla en un poema su amigo Rubén Darío. Así, Valle Inclán creó su propia imagen, extravagante y singular. Su apariencia extraña era al mismo tiempo una forma de distinguirse de los demás y un enfrentamiento a la clase dominante. De cara a la galería creó un personaje bohemio, chillón e inconformista.
«La lección aparente de ‘Divinas Palabras’ estriba en que pone al descubierto, sin embellecimientos idílicos, una Galicia rural miserable, pecadora y milagrera, cuyos individuos, a pesar de sus arraigadas creencias religiosas, no hacen caso de lo que la religión oficial les ordena, más que cuando se les habla en una lengua, el latín, incomprensible para ellos, pero que representa la verdad de la misa y de la religión en la que creen a pies juntillas. En esta obra se funden la crueldad, presente en todo su texto, con la piedad que preside el final», explicó Añoveros.
Para el académico, Valle-Inclán se sitúa con esta obra a la altura de Federico García Lorca. «El teatro del primer tercio del siglo XX, es un teatro en crisis, muy basado en la mercantilidad y la facilidad de agradar al público. Valle Inclán y García Lorca proponen un teatro distinto, un teatro rompedor, con mucha fuerza, completamente renovado que, con toda lógica, es el único de su época que ha pasado a la historia de la literatura universal», concluye.