La empresa no debe seguir un modelo único y ortodoxo de contabilidad de costos, sino tratar de adaptar a su actividad, características y a su propia idiosincrasia el modelo que mejor se avenga a sus necesidades y filosofía. Es una decisión estratégica que exige el estudio y la reflexión de sus gestores. Ésta es la conclusión a la que llega Alba Rocafort en su trabajo «Análisis comparativo de los modelos de contabilidad de costos por absorción y por actividades», que presentó en el III Acto Internacional de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED).
La investigadora, graduada en la Universidad de Manchester y máster en gestión empresarial por la London School of Economics, repasa en su estudio los dos principales métodos de contabilidad de costos, el tradicional o de absorción que se utilizó comúnmente hasta los años 80 del pasado siglo: un método que asigna un valor a cada tarea realizada o a cada elemento utilizado para producir o proporcionar un producto o servicio. Y el de costos por actividades (ABC en sus siglas en inglés), aparecido con el auge de la economía japonesa: un método que trata de identificar y contabilizar costos indirectos asociados con la tarea empresarial.
Para Rocafort, la mecanización y digitalización de muchas sociedades implica la existencia de nuevos costos indirectos asociados al producto o servicio final que aconsejan la utilización del método ABC. Sin embargo, la contabilidad de costos por actividades puede resultar demasiado compleja para otro tipo de sociedades donde el gestor sólo precisa de una información concisa con la que operar. Asimismo, los analistas que tienen en cuenta el factor psicológico de la gestión empresarial también se decantan por el modelo clásico, menos preciso, pero más ágil en la gestión.
«El establecimiento del método ABC a finales del siglo XX y su aplicación se volvieron fundamentales para evaluar las nuevas empresas, ya que el método se basa en el análisis de costos de todas las actividades y garantiza una mayor precisión para distinguir los costos indirectos sujetos a estas actividades. Además, no sólo se utiliza como un método de contabilidad, sino también como una herramienta para llevar a cabo la gestión empresarial. Sin embargo, si en una sociedad hay numerosas actividades difíciles de controlar este método es demasiado complejo. Bajo un prisma conductual, el sistema tradicional también aparece como el más efectivo, como una forma para motivar a los empleados a aumentar su rendimiento», concluye la autora.