Cecilia Kindelán

Dra. Cecilia Kindelán

Cecilia Kindelán, profesora de comunicación y directora de los programas EMBA y PIDD de ESIC Business & Marketing School y académica de número de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), reflexiona sobre el futuro de la inteligencia artificial y su uso ético con motivo de la entrada en vigor, el pasado 25 de enero, del reglamento sobre esta tecnología impulsado por la Unión Europea, el primer marco regulador internacional sobre la materia. La experta ya abordó esta cuestión en su ingreso en la Real Corporación en 2023, cuando disertó sobre «La inteligencia artificial y la ética: navegando por los desafíos del futuro». En su trabajo, Kindelán reflexionó sobre los desafíos éticos y morales que plantea la rápida evolución de la inteligencia artificial, que tanto las instituciones como la sociedad deben abordar para garantizar un desarrollo responsable y beneficioso para la humanidad. Para ello, la académica analizó la evolución de esta tecnología disruptora, su contexto, definición, recorrido histórico y mitos, para pasar a reflexionar sobre sus beneficios, especialmente sobre su potencial transformador.

«Frente a la visión de aquellos que quieren con simpleza adaptar la humanidad a la tecnología, es el momento de actuar como sociedad, definiendo los horizontes éticos y políticos de la inteligencia artificial y que esta sirva para construir un mundo mejor para los que aquí estamos y para los que vendrán. La inteligencia artificial y el uso de los macrodatos se han convertido en las principales palancas con que transformar el mercado laboral en sectores como la banca, las finanzas, la educación o la sanidad, entre otros. Su implementación siempre se apoya en la promesa de mejorar la calidad de vida. Pero existe otra cara de la moneda», alerta la académica a través de las redes sociales.

Para la experta, la inteligencia artificial es una herramienta poderosa que puede transformar nuestra sociedad. Sin embargo, debemos abordar los desafíos éticos asociados para garantizar que se utilice de manera responsable y en beneficio de la humanidad. «Al adoptar un enfoque centrado en la ética, podemos navegar por estos desafíos y construir un futuro en el que la inteligencia artificial mejore nuestras vidas. Esto incluye la toma de decisiones, la transparencia y la responsabilidad en el desarrollo y uso de la tecnología. Diseñar soluciones concretas y coordinadas que permitan actuar para afrontar los retos actuales reales de esta tecnología, incluyendo la regulación, es fundamental. Abordar estos retos requiere la colaboración y participación de los sectores más afectados de la sociedad, junto con los necesarios conocimientos técnicos y de gobernanza. Es hora de actuar con ambición, sabiduría y en cooperación. Deberíamos temer no a las máquinas, sino a la intención que los humanos le ponemos a estas máquinas, y la ética debería ser el puente de comunicación entre ambos», considera.

En su discurso de ingreso, Kindelán ya examinó esa compleja relación entre la privacidad de los datos y la innovación tecnológica, subrayando la necesidad de un equilibrio entre ambos aspectos y enfatizando la importancia de las tecnologías de protección de la privacidad. La experta comparó la situación de las pequeñas y medianas empresas en España, que enfrentan sanciones por no respetar los derechos de privacidad, mientras que grandes corporaciones como TikTok pueden transferir datos a China sin restricciones. En esa intervención también destacaba la falta de consenso global sobre principios éticos para la inteligencia artificial y la necesidad de mayor transparencia en los algoritmos, considerando que en la denominada cuarta revolución industrial el capitalismo se basa en la comercialización del comportamiento humano. «Empresas tecnológicas como Google y Amazon utilizan nuestros datos para predecir comportamientos y maximizar ganancias, lo que suscita preocupaciones éticas en el marketing y la privacidad», afirmó. Asimismo, la irrupción de tecnologías como ChatGPT, añadió, plantea nuevas preguntas sobre la regulación de la inteligencia artificial generativa.

Kindelán concluye proponiendo una colaboración entre la industria, el mundo académico y las autoridades reguladoras para dotar de ética las nuevas tecnologías y establecer un marco regulatorio global para proteger los derechos individuales y evitar un futuro distópico, donde la tecnología controle a las personas en lugar de ser una herramienta al servicio de la humanidad.