Cecilia Kindelán, profesora de comunicación y directora de los programas EMBA y PIDD de ESIC Business & Marketing School y académica de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), presentó en el Centro Internacional de Migración, Salud y Desarrollo de Ginebra la ponencia «La gobernanza ética en las organizaciones internacionales», en la que abordó algunos de los problemas comunes de la gobernanza ética en una economía globalizada. Este prestigioso organismo internacional está dirigido por Manuel Carballo, exjefe de Investigación Social y del Comportamiento del Programa Global de la Organización Mundial de la Salud sobre el sida, exprofesor de Salud Pública Clínica en la Universidad de Columbia (Nueva York) y académico de honor electo de la RAED.
La académica se centró en nuevos desafíos éticos como la resistencia a los cambios culturales y la necesidad de las empresas de cambiar la cultura organizacional para que sea más ética, pese a que algunas organizaciones no hayan tenido hasta ahora en cuenta estos aspectos; la falta de claridad en los principios éticos a pesar de imponerse como elementos clave en la política de la empresa y una falta de comprensión común de estos principios que puede conducir a una interpretación subjetiva y al conflicto, o los dilemas éticos complejos que requieren un pensamiento crítico y creativo.
Para Kindelán, la presión por los resultados financieros puede crear tensiones entre las consideraciones éticas y la maximización de las ganancias a corto plazo. En este sentido puso como ejemplo malas prácticas que resultan una trampa ética como el denominado «greenwashing», supuestas prácticas sostenibles que en realidad no dejan de ser herramientas poco éticas de marketing y publicidad que tienen como objetivo real la priorización de la cuenta de resultados. Sobre la globalización y la diversidad cultural alertó que gestionar estas diferencias puede resultar un desafío que vale la pena afrontar. Y señaló que la supervisión y el cumplimiento de los criterios éticos de la empresa suponen también un desafío, ya que la falta de una supervisión adecuada puede conducir a desviaciones éticas no deseadas.
«Las organizaciones a menudo están sujetas a la presión de varias partes interesadas, como accionistas, clientes, empleados y reguladores. Estas presiones pueden complicar la toma de decisiones éticas. Por otra parte, la implementación de prácticas éticas a menudo requiere recursos y capacitación adicionales. Las organizaciones que carecen de estos recursos pueden tener dificultades para mantenerse en el camino ético», señaló la académica. Sobre el cumplimiento normativo y legal recordó que las regulaciones y leyes pueden variar significativamente entre países y regiones, algo que es fundamental tener en cuenta en operaciones transnacionales. «Cumplir con las leyes locales y al mismo tiempo mantener estándares éticos sólidos puede ser un desafío», afirmó. Kindelán puso el foco en la reputación de la empresa y su comportamiento ético. «La reputación de una organización puede verse afectada negativamente por violaciones éticas. La gestión de crisis y el restablecimiento de la confianza pública pueden ser difíciles después de incidentes éticos», zanjó.