Pedro Nueno, profesor de la escuela de negocios IESE-Universidad de Navarra, presidente de la Escuela de Negocios Internacional China-Europa (Ceibs) y académico de número y presidente de la Sección de Ciencias Sociales de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona sobre el nuevo ciclo político en España y la facilidad con la que la comunicación, general y corporativa, anuncia grandes cambios que probablemente no se acaben de concretar en los artículos «Valorando», «Cambiando» y «Empobreciendo», que ha ido publicando en el diario «La Vanguardia» entre los pasados 19 de septiembre y 2 de octubre.
En «Valorando», el académico se cuestiona sobre la idoneidad de muchos altos cargos y representantes políticos y su retribución salarial, señalando que a veces se trata de sueldos no competitivos que no animan a que profesionales de alta calificación y experiencia se dejen seducir por la gestión pública. «Veamos cómo podemos mejorar la administración pública: elegir a los mejores, seguir formándoles bien, retribuirles a niveles de mercado, incluso con variables por resultados para, si son los mejores, retenerlos. Si personas de gran nivel aceptasen estos puestos, pensarían también con perspectiva de largo plazo y tendríamos una buena estrategia y una solidez industrial, social y económica extraordinaria», señala.
Por otra parte, en «Cambiando», Nueno se hace otra pregunta pertinente en un momento en el que la transición energética parece acelerarse, al menos en las estrategias que comunican las empresas y administraciones y en los medios: ¿Cuándo daremos el salto definitivo hacia la descarbonización de la economía? Para el estudioso, conviene mantener la calma ante cambios tecnológicos y de costumbres anunciados ya hace décadas, y valorar cuáles de las tecnologías y usos actuales tienen aún recorrido. «El cambio es enorme y cada vez más rápido. Hemos de pensar en el futuro y prepararnos para los cambios. Los primeros que entren en los cambios crecerán y ganarán terreno. Los que se retrasen desaparecerán. Vayamos experimentando y analicemos lo que puede permanecer», indica.
Finalmente, en «Empobreciendo», apela a la responsabilidad de empresarios y emprendedores y a la sensatez de los políticos españoles, afanados en una persecución populista al «rico» que comporta desincentivar a muchos inversores extranjeros e incluso a que muchos empresarios españoles busquen alternativas fuera del país. «¿Qué sería de nosotros si los ‘ricos’ se hartasen de nuestros políticos y se llevasen su empresa a otro sitio del mundo con políticos más sensatos? Han de entender que llevar la central de la empresa a Estados Unidos, Suiza o Shanghái es posible y ya hay ejemplos. Algunos de los que han movido su central empresarial están muy satisfechos y pueden invertir más y mejor. Y ¿qué hacen los ‘ricos’ con sus ahorros? Muchos los invierten en temas inmobiliarios y eso lleva a construir edificios o rehabilitarlos. Y eso también crea montones de puestos de trabajo en constructoras, fabricantes de materiales de construcción… Además, si muchos ‘ricos’ construyen, bajan los precios inmobiliarios y más ‘pobres’ pueden vivir mejor», concluye.