José Ramón Calvo, académico de número y presidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED). Asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación

Maria Àngels Calvo
Catedrática de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona; Académica de número de la Real Academia de Medicina de Cataluña, de la Real Academia de Farmacia de Cataluña, de la Academia de Ciencias Veterinarias de Cataluña, de la Real Academia de Doctores de España y académica de número y vicepresidenta de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Cecilia Kindelán
Directora asociada del MBA de IESE Business School y directora de su programa de intercambio internacional. Profesora de la Universidad de Barcelona

José Ramón Calvo, académico de número y presidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED); Maria Àngels Calvo, académica de número y vicepresidenta de la RAED, y Cecilia Kindelán, directora asociada del MBA de IESE Business School, han  elaborado con la colaboración de Ramón Mora, ingeniero aeronáutico, y Ricardo Gutierrez, CEO de Eurojet Aviation Services, el estudio «¿Es seguro viajar en avión y no ser contagiado?», donde señalan tanto los aspectos de bioseguridad que ya cumple la aviación civil para evitar posibles contagios por el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, y los aspectos que deben estudiarse y mejorarse para garantizar la seguridad de usuarios, tripulaciones y personal de servicios.

Los autores de este práctico informe señalan cómo este sector ha sufrido un recorte drástico de su actividad a raíz de la pandemia, pasando de los casi 3.000 millones de pasajeros que registró a lo largo de 2019 en todo el mundo a las actuales cifras prácticamente testimoniales debido a las restricciones y cuarentenas impuestas en todo el mundo. «Aeropuertos que normalmente tenían una utilización al límite de su capacidad se han visto de repente con una drástica disminución de su actividad por encima del 99%», señalan, dejando claro que el problema va mucho más allá del transporte en avión en sí.

«Es una realidad que, entre la población general, existe una sensación de inseguridad y miedo a entrar en un avión, ya que se puede percibir como un espacio cerrado, donde los virus podrían campar a sus anchas y en el que la posibilidad de ser contagiados podría ser muy elevada como consecuencia de la inviabilidad de mantener las distancias de seguridad entre pasajeros», señalan. Sin embargo, concluyen que salvo en los períodos de espera, embarque, estacionamiento, desembarque y recogida de equipajes, el viaje en sí es seguro dada la constante renovación del aire en la cabina, su circulación vertical y su filtrado.

«En el interior del avión el aire no se desplaza nunca lateralmente y sale de la cabina por los conductos inferiores hacia las zonas de carga, en donde una parte es expulsada fuera y otra vuelve a ser reutilizada previo acondicionamiento y filtrado, con lo cual prácticamente no se produce intercambio de aire con ningún pasajero siempre que estén sentados», aseguran los autores de este estudio.

Los académicos recomiendan a las compañías aéreas y a las autoridades de aviación civil y gestión aeroportuarias que fomenten de manera especial e intensa la convocatoria y realización de estudios y proyectos de investigación o concursos de ideas,  independientes y sin conflictos de interés, pero también la creación o, si ya existen, el desarrollo y fomento de departamentos propios de I+D+i que estén de manera continua investigando y puedan determinar puntos débiles o críticos, aspectos de mejora y soluciones innovadoras que ayuden a que las personas que suben a un avión tengan la certeza que se encuentran objetivamente en el medio más seguro para desplazarse y que la vanguardia de la ciencia y de la investigación a su servicio es lo que les permite mantener esa certeza.

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