Rosalía Arteaga, expresidenta y exministra de Educación de Ecuador, presidenta de la Fundación para el Desarrollo de América Latina, reconocida activista por la educación y la infancia y académica de honor y miembro del Senado de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), fue reconocida el pasado 25 de octubre con la Condecoración Simón Bolívar de Integración Latinoamericana en el marco del 44.º aniversario del Parlamento Andino, organismo de representación ciudadana del Sistema Andino de Integración que conforman representantes de Colombia, Ecuador, Chile, Bolivia y Perú. La cámara está presidida por Cristina Reyes, abogada, poeta y política ecuatoriana, que lideró el reconocimiento.
Este organismo supranacional y democrático de la comunidad andina tiene como misión armonizar las leyes de la región, garantizar la participación ciudadana, fortalecer la integración andina y latinoamericana, regionalizar buenas prácticas de gobierno y políticas de estado y afianzar la identidad y la cultura andina. En este sentido, en su reconocimiento a Arteaga apeló a su liderazgo en la transformación de la educación y la cultura de Ecuador y de toda la región y a su contribución al desarrollo e integración de toda Latinoamérica, la democracia y la protección de los derechos humanos.
A lo largo de más de dos décadas, Arteaga ha liderado transformaciones en el campo de la educación y la cultura en Ecuador. Además de ser ministra de Educación, se ha destacado por su liderazgo en temas educativos desde la sociedad civil, su compromiso con la democracia, la sostenibilidad ambiental y su capacidad para identificar problemas y diseñar iniciativas innovadoras, para generar un impacto social que el actual modelo de enseñanza online potenciado por la pandemia ahora favorece.
La académica ha reforzado la imagen de liderazgo que ya tenía en América Latina tras su candidatura a la Secretaría General Iberoamericana, organización creada en el año 2003 que agrupa los 22 países que conforman la comunidad iberoamericana, y a la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas a propuesta de la organización juvenil Forward. Una candidatura popular que la ONU no llegó a formalizar pese a que prevé este tipo de iniciativas en sus reglamentos, pero que permitió a la académica de honor reivindicar el papel de la sociedad civil y más en particular de la juventud iberoamericana.