Las nanocápsulas y las nanopartículas radiosensibilizantes permitirán optimizar la lucha contra las células cancerígenas minimizando los efectos sobre las células sanas
Ferran Guedea, catedrático de Oncología Radioterápica de la Universidad de Barcelona, director de Oncología Radioterápica del Instituto Catalán de Oncología y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) ha realizado junto a la especialista Inés Guix el estudio «Nanotecnología frente al cáncer», que será publicado en el próximo número de Tribuna Plural, la revista científica de la RAED.
Guedea y Guix inciden en dos aspectos de la nanomedicina que ya se han demostrado efectivos en la lucha contra el cáncer: las nanocápsulas para la administración de fármacos y nanopartículas radiosensibilizantes, que se suman a otras aplicaciones de la nanotecnología y nanomedicina en desarrollo como los nanorobots, la fototerapia, los nanomateriales para el cálculo de dosimetrías in vivo o las nanopartículas presentadoras de antígenos. Los estudiosos señalan cómo los fármacos clásicos que se emplean en la quimioterapia, una vez alcanzan el torrente sanguíneo, se distribuyen sistémicamente por todo el cuerpo y, en lugar de atacar exclusivamente al tumor, también dañan a las células sanas que más proliferan. Las nanocápsulas, sin embargo, consiguen administrar los agentes quimioterápicos en mayor cantidad a las células neoplásicas que a las sanas, reduciendo de este modo enormemente su toxicidad.
«Las estrategias que se emplean para crear los denominados nanocarriers selectivos, capaces de actuar específicamente sobre las células cancerígenas, son múltiples y muy diversas. Algunas nanocápsulas están recubiertas de anticuerpos frente a antígenos tumorales, de modo que únicamente se adhieren y son endocitadas por las células neoplásicas que lo expresan. Otros nanocarriers son quimiosensibles al pH o la temperatura y, al entrar en contacto con medios ácidos que superan los 38ºC, lo que constituye una característica diferencial típica de los microambientes tumorales, se fragmentan y liberan el fármaco activo. Asimismo, se han diseñado nanocápsulas capaces de responder a ultrasonidos de tal forma que, al aplicarlos sobre la zona del cuerpo en donde se asienta el tumor, en la superficie de los nanocarriers se forman poros que permiten la salida del agente quimioterápico en dicha localización», señala el estudio.
La radioterapia, por su parte, tampoco consigue evitar dañar también a los órganos sanos pese a que las células cancerígenas son más fotosensibles. En este terreno, las nanopartículas radiosensibilizantes, formadas por polímeros de elementos con un elevado número atómico, consiguen ampliar enormemente la ventana terapéutica de la radioterapia y se fijan a las células cancerígenas igual que las nanocápsulas. Guedea y Guix también apuntan a los nanorobots como un mecanismo de futuro capaz de mejorar exponencialmente la lucha contra el cáncer.