Paula Plaza, ilustradora científica y académica de número electa de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), ingresó el pasado 31 de octubre como académica correspondiente de la Real Academia de Medicina de Canarias en el marco de una solemne sesión que se celebró en sede académica. La recipiendaria leyó el discurso de ingreso «La ilustración científica-médica», en el que expuso los desafíos a los que se enfrenta esta histórica técnica de conocimiento y divulgación de a práctica médica y quirúrgica ante las innovaciones tecnológicas.
«En la actualidad, hablar de la ilustración científica y sobre todo médica, no es tarea fácil. La revolución tecnológica sólo ha comenzado, y está controlando todos los aspectos de la imagen por medio de los ordenadores, y distintos equipos, altamente tecnológicos que facilitan el diagnóstico y previenen posibles enfermedades. El ilustrador aparentemente parece que su trabajo se desvanece, pero en realidad no es así, gracias al perfeccionamiento del hardware y la constante evolución del software, las forma de resolución de imagen están al día, para continuar en la maravillosa aventura de visualizar y dibujar ya sea a mano o digitalmente, todos los aspectos y necesidades que exige la ciencia para la divulgación, didáctica y educadora para el entendimiento de las ciencias de la salud», inició su disertación la experta.
La nueva académica reivindicó la labor del ilustrador científico, dotado de una amplia formación y experiencia. «Dibujar supone un esfuerzo de codificación nada sencillo, lejos de lo que para algunos pueda parecer esa facilidad que tienen determinadas personas para plasmar formas con un lápiz», afirmó. En este sentido, se remitió a la larga y admirada tradición de esta labor y a su incidencia en el desarrollo de la medicina y la cirugía. «En primer lugar se hallan las imágenes artísticas que han sido, durante siglos, las únicas que se caracterizan por establecer una relación de contemplación y admiración con el espectador. Se trata de imágenes únicas, que siguen siendo admiradas en los libros de medicina o en las pantallas de proyección de las clases anatómicas. Con ellas coexisten dos grupos que se caracterizan por su gran capacidad para ser reutilizadas», señaló.
«No creo que nadie pueda usar un cuadro como el de ‘La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp’ de Rembrandt (1632) para explicar concretamente una intervención quirúrgica, sino para dar una pequeña lección de historia médica. Y el otro grupo, constituido por aquellas ilustraciones que son concebidas para informar, que no deberían ir más allá de ese objetivo y que disponen de medios propios para su difusión; éstas son las relacionadas con la información médica», prosiguió su intervención. «Los ilustradores necesitan un aprendizaje exhaustivo y concreto. Tenemos que estar muy cerca de los profesionales de la medicina», concluyó, descartando que la tecnología pueda, a día de hoy, superar esta experiencia humana.