Joaquín Callabed, presidente del Club de Pediatría Social, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Cataluña y de la Real Academia de Farmacia de Cataluña y académico de número y vicepresidente de la Sección de Ciencias de la Salud de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica la entrevista que realizó al reconocido experto en psicología infantil y juvenil Javier Urra, que ejerció como primer defensor del menor en España entre 1996 y 2001 y que acaba de publicar el libro «¿Qué se le puede pedir a la vida?». El académico publicó esta entrevista el pasado 9 de julio en la sección «Red de lectores» de la edición digital del diario «La Vanguardia», de cuya comunidad forma parte activa.
«Es bonito trabajar en equipos pluridisciplinares donde uno escucha al otro y aprende. Ver gente que se ilusiona con la vida porque hay mucha languidez. Me gusta la gente vital, ilusionada e ilusionante. Hay que educar en la belleza, en el ideal renacentista de lo verdadero, lo bello y lo justo. Hoy hablas de los clásicos… y la gente sale corriendo», explica Urra respondiendo a la primera de las preguntas de Callabed, quien siempre aboga por una visión multifocal y el valor que las humanidades pueden aportar a la medicina.
El entrevistado explica cómo se adentró en el mundo de la psicología evolutiva y en su dimensión clínica tras participar en unos campamentos para niños con discapacidad. «Esto me hizo estudiar psicología y pedagogía terapéutica. Organicé con otros compañeros un centro para discapacitados», explica. Asimismo, reflexiona sobre sus tres décadas de labor en la fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, como el primer defensor del menor en España y como docente de Psicología y Ética en la Universidad Complutense de Madrid y como divulgador, con obras de gran impacto como «El pequeño dictador» y como editor de un vasto «Tratado de Psicología», que coordinó con 60 psiquiatras y psicólogos.
Sobre educación, sintetiza sus consejos a padres y educadores en unas líneas: «Son necesarios los límites que facilitan la socialización. Mi yo está relativizado en relación con los otros. Deben conocer la importancia de los otros. Vivir con los demás es un lujo. No hay que admitir la agresión. No admita al pequeño tirano. Hable con los servicios sociales. No admita la agresión ni por usted ni por él. No hay nada peor que un hijo agrediendo a su madre», concluye.