Francisco López Muñoz
Profesor de Farmacología y vicerrector de Investigación y Ciencia y director de la Escuela Internacional de Doctorado de la Universidad Camilo José Cela. Académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
Artículo publicado en «Diario Vasco» junto a Gabriel Rubio el 2 de mayo de 2020
Francisco López Muñoz y Gabriel Rubio, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, abordan en este artículo las secuelas que deja cualquier proceso de confinamiento, como el que han determinado las autoridades de numerosos países, incluido España, para luchar contra la pandemia del coronavirus que provoca la Covid-19. En «El peligro de medicalizar las respuestas emocionales tras el estado de alarma», los dos especialistas consideran que frente al desconocimiento aún generalizado sobre cómo afecta el virus al organismo y las consecuencias que puede conllevar a medio plazo, «sí existen suficientes estudios acerca de las complicaciones que genera la cuarentena en la población».
López Muñoz y Rubio señalan que las respuestas emocionales más habituales a una situación de confinamiento como la actual son de ansiedad y tristeza, unidas a dificultades para conciliar el sueño. «En un reciente estudio realizado en China se comprobó que, durante la cuarentena por la Covid-19, el 30% de los 52.000 entrevistados refería malestar psicológico de forma moderada y un 5% malestar grave. Otro estudio, realizado en 17 comunidades autónomas de nuestro país durante la semana del 15 al 22 de marzo de 2020, confirmaba que la respuesta de estrés estaba presente en cerca del 50% de los entrevistados», detallan.
Ante esta situación, los dos expertos aconsejan un tratamiento psicológico limitado sólo a casos en los que puedan aparecer problemas de comportamiento o somatización. «Medicalizar y psiquiatrizar el malestar psicológico no es la solución a estos problemas. Una lectura rápida de los datos, junto a los resultados publicados por diferentes estudios (malestar psicológico), nos puede llevar a decisiones nefastas, como medicalizar y psiquiatrizar los malestares psicológicos del confinamiento y de la desescalada de la cuarentena», señalan.