Maria Àngels Calvo, catedrática del Departamento de Anatomía y Sanidad Animal de la Universidad Autónoma de Barcelona, secretaria general de la Academia de Ciencias Veterinarias de Cataluña y académica de número y vicepresidenta de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED); Josep Moya, psiquiatra especializado en personas en situaciones de vulnerabilidad y académico electo de la RAED, y Ana Durrruty, periodista y escritora chilena y directora de Ediciones de la Universidad San Sebastián de Chile, reflexionaron sobre los efectos que el aislamiento social provocado por la pandemia ha tenido en la ciudadanía en el debate «Salud mental y desafíos pospandemia: una perspectiva desde la academia y las redes sociales», organizado por la Academia y celebrado en su sede el pasado 11 de mayo. La sesión estuvo dirigida y moderada por José Ramón Calvo, asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, director del Club de Excelencia de Ubbiquo Business School y académico de número y presidente del Instituto de Cooperación Internacional de la RAED.
Los participantes coincidieron en que la pandemia cambió muchos paradigmas de la sociedad actual y desde muchos puntos de vista plantea la eclosión de una nueva era, en la que el principal desafío es la salud mental, conocida en ámbitos especializados como «la pandemia silenciosa», con sus múltiples consecuencias sobre las personas y la sociedad. En este sentido, Durruty planteó afrontar el problema desde la tecnología, un ámbito que a la vez que trajo el problema del aislamiento social puede dar también una solución. Como ejemplo presentó la aplicación móvil Saluta, que proporciona orientación psicológica, escucha segura y psicoeducación. Actualmente, hay un psicólogo real que responde a las preguntas cuando una persona se conecta, pero a partir de 2023 la idea es que con la inteligencia artificial esa persona real realice otras funciones, como continuar recopilando información para que la aplicación aprenda, aunque sin abandonar en algunos momentos la atención remota. Se constituye así un ecosistema que combina tele medicina con inteligencia artificial y el denominado «machine learning».
«Expongamos el escenario en que se produce esta nueva tecnología para apoyar a las personas con problemas de salud mental: distanciamiento físico, trabajo desde el hogar, desempleo temporal, educación de los niños en el hogar y falta de contacto físico con los seres queridos y amigos. Sumemos el temor al virus, la muerte de familiares y conocidos, el bombardeo mediático de noticias negativas… Era evidente que la salud mental de todos iba a sufrir, y seguirá sufriendo, el impacto de esta verdadero bomba emocional. Adicionalmente, las últimas informaciones dan cuenta que el 30% de las personas que efectivamente enfermó de Covid presenta problemas de salud mental», reflexionó Durruty.
La autora abogó también por el uso de las redes sociales para minimizar los impactos psicológicos de la pandemia. Tanto por la magnitud del desafío y las oportunidades que ofrecen estas herramientas al estar prácticamente al alcance de todos, como por la utilización responsable que le dan cada vez más profesionales de la salud en la relación con sus pacientes o potenciales pacientes. «Un altísimo porcentaje de personas revisa los resultados de sus exámenes y busca respuestas en internet antes y después de visitar a un doctor. Y estoy hablando de personas con alta formación intelectual. Este proceso se aceleró con la pandemia. Las redes sociales fueron la mejor compañía para bien y para mal de millones de personas en cuarentena», señaló. Durruty abogó por realizar capacitaciones para académicos y científicos en el empleo de redes sociales, crear cursos online para «influencers», donde una institución como la RAED brinde información actualizada y les abra la puerta del método científico de validación de la información e incluso elaborar una base de fuentes confiables que pueda ser divulgada entre estos «influencers».
Los participantes se remitieron a informes como el efectuado por la prestigiosa Clínica Mayo, que el pasado enero advertía de un aumento considerable en el número de adultos en Estados Unidos que reportan síntomas de estrés, ansiedad, depresión e insomnio frente a las cifras previas a la pandemia. Asimismo, certificaba que algunas personas han aumentado el consumo de alcohol o drogas ilícitas, ya que piensan que pueden ayudarles a afrontar sus miedos sobre la pandemia, por más que consumir estas sustancias puede empeorar la ansiedad y la depresión. Adicionalmente, este tipo de perfiles acabará teniendo peor diagnóstico y evolución si contraen la Covid-19.
Por otra parte, la Unicef informó sobre un estudio realizado sobre adolescentes latinoamericanos que da cuenta de un importante impacto sobre su salud mental. A la ansiedad y la depresión se suma que la mitad de los y las jóvenes siente ahora menos motivación y un 40% se considera pesimista sobre su futuro. La Organización Mundial de la Salud también ha destacado que la Covid será la mayor fuente de problemas mentales. La pandemia cambió muchos parámetros de la vida actual y esos grandes cambios que impactaron la vida en la sociedad para enfrentar la amenaza han tenido un correlato en cada individuo.
Maria Àngels Calvo y Josep Moya, por su parte, expusieron las conclusiones del estudio «Análisis prospectivo de los cambios en las relaciones interpersonales en el contexto de la pandemia de la Covid-19», impulsado por la propia Academia con la colaboración de otros académicos, entre ellos el propio José Ramón Calvo. El punto de partida del análisis era dilucidar de qué manera la pandemia y el confinamiento han modificado y modificarán los hábitos de relación social de los ciudadanos. Es decir, si se verán afectados de manera considerable y generarán nuevas modalidades de relación, en las que los métodos telemáticos tendrán un protagonismo mucho mayor. Para ello, sus autores realizaron un estudio prospectivo basado en las opiniones de expertos que no se apoyó en estudios técnicos de proyección del presente hacia el futuro en un plano estrictamente científico-tecnológico, sino que recabó pareceres de personas de diferentes áreas de conocimiento y sitúa sus aproximaciones a la evolución de la tecnología en el marco de la evolución económica y social.
Tras un exhaustivo método de entrevistas personales con estos especialistas, el estudio concluye de forma genérica que la situación será diferente tras la pandemia y afectará todas las áreas de la vida: salud, economía, educación, trabajo, cultura y relaciones sociales. Asimismo, las relaciones interpersonales van a estar condicionadas por cierta paranoia social alentada por la desconfianza, la misma que se ha instalado hacia los estamentos políticos por la incoherencia de algunas de sus decisiones y la sensación de injusticia. El nuevo escenario es también el de la instauración del teletrabajo y la formación online y de la misma manera el de una mayor brecha social y de normalización del sufrimiento para buena parte de la población. Mención aparte merece el duelo incompleto que arrastran muchas familias que no han podido despedirse de sus seres queridos en los períodos más duros de la pandemia.