Eric Maskin, premio Nobel de Economía en 2007 y académico de honor de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) aborda en una entrevista concedida a «La Vanguardia» la situación geopolítica que ha acabado en la invasión rusa de Ucrania y la cruenta guerra que se dirime estos días y los peligros que acechan a la economía mundial más allá de la inflación o la escasez de alimentos y materias primas. Para el Nobel, que visitó Barcelona para participar en un acto académico de la Barcelona School of Economics, el riesgo de la estanflación sigue siendo real pese a muchos indicadores y las políticas de la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo en cuanto a la retirada de estímulos financieros y el incremento de los tipos de interés oficiales.
«En mi opinión, Occidente perdió en ese momento una gran oportunidad. Cuando cayó la Unión Soviética, seguimos pensando en Rusia como un adversario, y no solo mantuvimos la OTAN, sino que la ampliamos. Un enfoque alternativo podría haber sido abrazar a Rusia del mismo modo en que se abrazó a Alemania y a Japón tras la Segunda Guerra Mundial, e incorporar a Rusia plenamente a la comunidad de Occidente», señaló sobre la actitud disonante y violenta de Moscú. Para Maskin, el comportamiento de Rusia se debe también a su control energético sobre Europa. Y en este punto destacó dos aspectos positivos: la unión de las democracias europeas frente al agresor y la aceleración de la transición energética.
Asimismo, señaló la terrible pérdida que comportará la guerra para Rusia sea cual sea su resolución. «Nos quejamos de lo que la guerra está haciendo a Occidente y a Ucrania, pero también es una tragedia para Rusia, porque hay muchos rusos bien educados que están imaginando una Rusia mucho más próspera, mucho más parecida a Occidente. Esto podría haber sucedido. Y es también nuestro fracaso histórico», afirmó.
El académico de honor consideró que ni la crisis provocada por la pandemia ni la que provoca la guerra en Ucrania acabarán con la globalización, si bien las reglas del comercio internacional serán diferentes a partir de ahora. Para el Nobel, el reto pasa por luchar contra una desigualdad creciente, tanto entre países como en el seno las economías nacionales. Para ello, propone mecanismos de redistribución de riqueza y políticas de educación que permitan construir sociedades con más oportunidades para todos. Asimismo, incidió en la importancia de no incrementar los impuestos en el actual escenario.