María del Mar Alonso, profesora del Departamento de Organización de Empresas de la Universidad Autónoma de Madrid y académica de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), presentó en el Ciclo de Ponencias que celebró la Academia en Barcelona y Madrid el trabajo «La economía colaborativa y el nuevo materialismo tras la pandemia: una mirada desde el lado de la demanda», en el que analizó las consecuencias que la irrupción de la Covid-19 supuso para el desarrollo de la economía colaborativa, con los nuevos escenarios que se abren en un momento de lenta recuperación y las consecuencias derivadas de cada uno de ellos.
«La aparición de la economía colaborativa surgió con fuerza desde 2010 creando nuevos modelos de negocio y obligando a las empresas tradicionales a replantearse el suyo propio. Un informe de Price Waterhouse Coopers de 2014 estimó que la economía colaborativa iba a crecer a una ratio de crecimiento anual de un 50% en Estados Unidos, llegando a 335 billones de ingresos en 2025, mientras que los sectores tradicionales tendrían un crecimiento marginal o negativo. Sin embargo, un estudio realizado por esta misma empresa en 2016 corrigió al alza estas estimaciones, explicando que la economía colaborativa se está rápidamente acelerando, creciendo a más del doble de lo estimado en el estudio de 2014. Así, se pronosticaba un crecimiento de la economía colaborativa de alrededor de un 35% hasta el año 2025, lo que suponía un crecimiento diez veces superior a la economía real, a la que se le estimaba un crecimiento medio del 3% durante el mismo periodo», situó la académica este modelo truncado por la pandemia.
La experta señaló que todos los parámetros indican que, superados los peores meses de pandemia, estos modelos colaborativos que abrían un nuevo panorama en el capitalismo y creaban una nueva conciencia de consumo sostenible se encuentran en retroceso, ya que el consumidor aún no se siente seguro compartiendo bienes o servicios. En este contexto, Alonso apunta tres vías de evolución de la economía colaborativa, que en ningún caso da por superada: un lento retorno a la normalidad anterior a la pandemia, un estancamiento y un lento decrecimiento o transformación de los productos y servicios ofrecidos por las empresas bajo el paraguas de la economía colaborativa o bien un aumento de la adopción de productos y servicios de economía colaborativa. Solo en el primer caso, el crecimiento de la economía colaborativa seguiría su senda de crecimiento, pero esto no será antes de que la percepción de los consumidores cambie.
«En la actualidad es necesario mejorar la información sobre la existencia, calidad y disponibilidad de los servicios de economía colaborativa, como una forma de romper las barreras de desconfianza que se han tejido respecto a todos los productos y servicios usados por más de un consumidor. Antes de la Covid-19, los consumidores de productos y servicios de economía colaborativa estaban preocupados por encontrar más valor para su dinero. Sin embargo, durante la pandemia, aun en curso, están preocupados por cuáles son los protocolos de limpieza y desinfección y valoran otras medidas tomadas por las empresas. Por tanto, los proveedores, productos y servicios de economía colaborativa deberían reforzar el valor de los servicios que prestan para hacer frente a la pandemia con elementos que contribuyan a generar confianza, como por ejemplo proporcionar canales directos para interactuar con los clientes y contestar todas sus dudas, lo que sería muy conveniente para terminar con la desconfianza», concluyó la académica.