Richard Roberts, Nobel de Medicina y académico de la RAED, insiste en la necesidad de desarrollar alimentos modificados genéticamente
Richard Roberts, premio Nobel de Medicina en 1993 y académico de honor de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), insiste en la necesidad de la investigación y el desarrollo de los alimentos modificados genéticamente para afrontar los retos del crecimiento de la población y en su inocuidad demostrada sobradamente por estudios científicos y avalada por las principales organizaciones internacionales que velan por la salud pública. El académico realiza estas reflexiones en una entrevista que publica el suplemento de Medicina del diario El País.
«Hace años que las organizaciones ecologistas comenzaron a asegurar que los cultivos y los alimentos modificados genéticamente eran peligrosos, con historias de miedo. Y tenían mucho dinero, lo que les permitió grandes campañas de publicidad que explicaban su punto de vista. Los científicos intentamos responder, pero no teníamos dinero y, además, se nos atacaba diciendo que no podíamos tener razón porque existía un conflicto de intereses al estar financiados por la industria agroalimentaria. Este conflicto ha supuesto que hemos perdido treinta años de tiempo», asegura Roberts.
El Nobel está convencido, sin embargo, que la opinión pública se dará cuenta de que los transgénicos no son peligrosos y que la modificación genética es solo otro método de cruzar plantas y lo irá aceptando. «Ayudaría si los ecologistas reconocieran que se han equivocado», señala en la entrevista.
Para Roberts, las décadas de convivencia y consumo de estos cultivos resultan la mejor prueba de su bondad. «En los últimos 30 años han comido estos alimentos tanto el ganado como los humanos y no ha habido ni un solo caso problemático, algo que no se puede decir de las plantas cultivadas por métodos tradicionales. Y eso que se consideran seguras, aunque se les apliquen químicos».
El académico insiste en que la modificación genética permite mejorar el valor nutritivo de la comida, algo fundamental en los países en vías en desarrollo. «Allí, muchas de las plantas que se comen carecen de determinados nutrientes. Pero hay cultivos modificados como el arroz dorado, por ejemplo, que proporciona dosis extra de vitamina A y previene la ceguera. Y espero que podamos hacer algo con los plátanos, que aportan en muchos países del África subsahariana el 30% de las calorías, porque muchas de las plantas de banano han muerto por una enfermedad que puede combatirse si se introducen dos genes del pimiento morrón en el plátano», zanja.