«El gran reto de nuestro tiempo es construir sociedades abiertas y cosmopolitas en un espacio dialogado donde valores compartidos construyan una ciudadanía universal»
Santiago Castellà, académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), apela a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 en París, como fundamento de una nueva moral que permita una convivencia respetuosa y libre en un mundo tan plural como globalizado. Así lo expuso durante la II Cumbre Mundial de Integración por la Paz (Cumipaz), celebrada en Panamá entre el 16 y el 21 de octubre. Castellà presentó la ponencia «La mirada al Holocausto: hacia una pedagogía activa de los Derechos Humanos» en la sesión «Educación para la paz integral». Cumipaz acoge más de un centenar de personalidades de relevancia social y política actual para avanzar en propuestas en favor de la paz ante organismos internacionales.
Para Castellà, «el gran reto de nuestro tiempo es construir sociedades abiertas y cosmopolitas que, frente a los populismos, permitan convivir en la diversidad, desde la construcción libre y autónoma de nuestras identidades, en un espacio dialogado donde valores compartidos construyan una ciudadanía universal. Para ello se impone una pedagogía progresiva de los derechos humanos; es la clave para la convivencia abierta y pacífica, fundada en los valores ilustrados de la libertad, la igualdad y la fraternidad y en el principio de dignidad de la persona humana como fundamentador de un nuevo orden internacional global, universal y cosmopolita».
El académico repasó los grandes fracasos de una modernidad que abanderaba la razón, desde el Holocausto a Hiroshima y el gulag. Aunque mostró su confianza en que precisamente esa «razón escarmentada» sea capaz de establecer los preceptos universales mínimos para una convivencia en paz en tiempos de nuevos totalitarismos de base religiosa, populismos y nihilismos. «La posibilidad de espacios en red cerrados, autoreferenciados, sustentadores de cosmovisiones excluyentes es hoy más que nunca una realidad de fractura del universalismo, que reclama la formulación de una nueva ética ciudadana construida sobre una ética de la responsabilidad individual y colectiva capaz de superar el conflicto entre intereses privados», argumentó Castellà.
La globalización y las redes sociales, lejos de acercar culturas, sociedades e individuos, pueden atomizarlos más, según el académico. «El proceso de globalización contemporáneo, basado en la inmediatez y la desterritorialización en red o en nube de las relaciones sociales ha comportado un individualismo extremo y un neonomadismo identitario en el que han caído las formas tradicionales de contención, como la familia, el trabajo, la cultura o la clase», concluyó.