LOS ACADÉMICOS

ENTREVISTA A PEDRO CLARÓS


Dr. Pedro Clarós Blanch
DR. PEDRO CLARÓS
Doctor en Medicina y Cirugía
Académico de Número de la Real Academia Europea de Doctores

 

Cualquiera que lo conozca podría decir que es el hombre más ocupado del mundo. A la incesante actividad de su Clínica suma los proyectos de su Fundación en medio mundo -que él mismo lidera con numerosos viajes-, su actividad profesional en el extranjero, una intensa actividad docente, un trabajo como investigador que le permite estar a la vanguardia de los campos que lleva explorando desde hace más de cuatro décadas y su dedicación a la Real Academia Europea de Doctores como vicepresidente. Además, continúa estudiando: está a punto de completar su segundo y tercer doctorados, casi al unísono. A ello añade su afición por la mecánica y la restauración de coches clásicos, su amor por la ópera, a la que le llevó su profesión, y su completa dedicación a la familia. Sin embargo, siempre es capaz de encontrar un momento y hacer un hueco en su agenda, como para atender a esta entrevista personal. Así es Pedro Clarós. Decir de él que es
uno de los otorrinolaringólogos más reconocidos de España quizá hasta parece poco para definirlo.

 

Le encuentro a punto de irse a Camerún, para atender un proyecto de la Fundación Clarós.
Cierto. Es un viaje que teníamos agendado. Tenemos mucho trabajo allí y no puedo fallar.

Leí que este mismo año, en Semana Santa, su actividad al frente de la Fundación estuvo a punto de darle un susto.
Así es. Fuimos a Cabo Verde y una noche, tras la cena, empecé a encontrarme mal. Apenas dormí, entre vómitos y un dolor agudo en el abdomen. A la mañana siguiente, cuando me disponía a operar, mis ayudantes me aconsejaron que me hiciese una analítica. Y lo que vi realmente me asustó: sufría una pancreatitis aguda. Una enfermedad grave, con un 50% de posibilidades de perder la vida. Así que me puse a luchar por ese otro 50% y tras dos días de hospitalización allí un avión medicalizado me repatrió a España. Tras cinco semanas en el hospital pude volver al trabajo y puedo decir que me he recuperado completamente y estoy mejor que nunca. De hecho, en verano volví a Cabo Verde para acabar el trabajo
que dejé pendiente.

¿Cuándo empezó esa labor tan intensa con la Fundación? ¿Cómo fueron los inicios?
Empezamos con la Fundación a principios de los años 90 del pasado siglo. Todo llegó porque en los cursos que imparto en nuestra Clínica empezaron a llegar muchos especialistas extranjeros para formarse. Unos médicos indios me invitaron después de estar un tiempo en Barcelona a realizar unas operaciones en su país. Fui con otros tres colaboradores a Delhi y la experiencia fue muy positiva. De hecho, la fuimos repitiendo varios años. A finales de esa década un amigo me propuso ir a Rumanía para participar en una experiencia similar. Eran unos años difíciles en aquel país, con mucha miseria. Era la Rumanía que salía de la dictadura de Ceaucescu y, además, fuimos a una de las zonas más deprimidas del país. Hasta el punto de que en los hospitales los pacientes compartían cama. Por otra parte, la corrupción estaba generalizada. Para recibir sus medicamentos o avanzar en la lista de espera los pacientes debían pagar. Traté de luchar contra ello y no sé hasta qué punto lo conseguí, el caso es la experiencia también fue positiva y seguí repitiendo.

Y ahí empezó todo.
El punto de inflexión, curiosamente, lo puso Montserrat Caballé, una paciente y una amiga que ya en el año 2000 me dijo: “Doctor, usted tiene que crear una fundación para canalizar todos estos proyectos. Póngala en marcha y yo seré la madrina”. Y dicho y hecho, así es como constituimos la fundación legalmente. A partir de ahí incorporamos otros proyectos y otros países. Incorporamos Senegal, Gabón, Camerún, Etiopía, Kenia, Gambia, Cabo Verde, los dos Congos, Sudán… y seguir con India. Y como llegó el momento en que nos encontramos con unas limitaciones de tiempo y de personas decidimos establecer la actividad de la fundación en seis o siete misiones al año, que es lo que hemos mantenido hasta ahora. Ya hemos alcanzado la misión 102 y ahora vamos a por la 103, en Camerún, como decía.

Al margen de ese reciente incidente imagino que me dirá que la experiencia ha sido gratificante.
Gratificante y enriquecedora. Creo que en todos estos años hemos podido hacer cosas muy importantes. Lo más importante es que hemos podido operar a un gran número de pacientes sin recursos y que difícilmente podrían haber podido sanar. Hemos intervenido malformaciones, tumores de cuello y de cara, reconstrucciones de la cara por traumatismos y enfermedades tropicales, incluso por amputaciones… Y así hemos conseguido cambiar la vida a mucha gente. Por otro lado decidimos crear una beca anual para traer aquí a médicos extranjeros sin recursos. Ya hemos tenido más de 25 becarios de países como Rumanía, Rusia, Armenia, India, Congo, Senegal, Camerún, Chad, Polonia. Estos becarios aprenden técnicas quirúrgicas y les enseño a preparar artículos para publicar, lo que supone un gran enriquecimiento para ellos. Están entre seis y nueve meses, como máximo un año. Porque deben rotar y porque tenemos un problema con los visados.

Si ya hay que tener vocación para dedicarse a la medicina, el altruismo y la entrega que usted demuestra es también una forma de ser y de entender la vida.
Es una parte de mi vida que adoro, porque ha venido como ha venido y yo me muestro muy satisfecho. Puedo decir que mi vida, como médico, me ha hecho feliz. Creo que es lo mejor que podría haber hecho. Mi padre ya era médico, siempre he sentido una
gran veneración por él. Nos dejó hace dos años, con 99. Y puedo decir que hasta el final nos enseñó a vivir y a trabajar con respeto y regirnos por unas normas que siempre me han acompañado. De él lo he aprendido todo y gracias a él soy como soy. Él me hizo así.

Trabajo, Fundación… y docencia. Usted no ha dejado de dar clases y de transmitir sus conocimientos.
Es verdad. Nunca he perdido el contacto con la Universidad y actualmente imparto unos cursos en Barcelona que, afortunadamente, son muy apreciados. Son seis al año, que ya están llenos de un año para otro. Son unos cursos prácticos de cirugía, como considero que debe ser la formación de un médico. Lo que me apena un poco es que de las 20 plazas sólo haya uno o dos españoles. El resto son de todo el mundo. Eso me hace pensar que los jóvenes me ven como un hombre de mundo, que siguen y aprecian las intervenciones que realizo fuera de España. Creo que no podemos quedarnos encerrados en una habitación, que debemos abrirnos y compartir experiencias, ver que el sol sale para todos y que la mayor riqueza, en todos los ámbitos, es abrirse al mundo.

Su actividad profesional tampoco se limita a la que realiza en la Clínica Clarós.
Durante muchos años, y aún actualmente, he realizado intervenciones por todo el mundo, más allá de las humanitarias. Se dice que Dios te da las manos para hacer el bien, pero también los medios. Y en mi caso es así. Me siguen invitando a ciertos países para operar pacientes de alto poder adquisitivo –en febrero estuve en Arabia Saudí- y eso me permite dedicar una
parte de lo que gano en estos viajes que yo llamo “para ricos” en los proyectos de la Fundación. Creo que profesionalmente me ha ido muy bien y por eso mismo debo devolverlo a los que me necesitan. Tengo muy claro lo que venimos a hacer en esta vida y que cuando nos vayamos no nos llevaremos nada. Y sé que cuanto más generoso seas más feliz eres.

Podría escribir un libro con todas estas vivencias y aventuras. Imagino que atesorará valiosas confesiones.
Hay mucha gente que me lo ha propuesto. Y es cierto que tengo un sinfín
de anécdotas con jefes de Estado, familias reales, autoridades… y por supuesto
con personajes de primera línea en el mundo de la lírica. Pero creo que esto
debe quedar dentro de lo que es mi vida, mi intimidad y la de las personas que
me han confiado su salud y a veces sus secretos. Sería traicionarme a mí mismo
o traicionar a los que han convivido conmigo estas situaciones.

Su profesión y reconocimiento también le ha llevado a ser el médico de referencia de las primeras figuras del canto lírico.
Hace 40 años que soy el médico consultor del Gran Teatro del Liceo y, lógicamente, una faceta muy importante de mi trayectoria como médico y de mi
vida está vinculada a la ópera. He tenido la oportunidad y el privilegio de tener en mis manos a las grandes voces del mundo, que luego se han
convertido en grandes amigos míos. He intentado ayudarles y creo, con total humildad, que en muchos casos lo he conseguido.
Ellos han hecho que me interesase mucho la ópera. Yo no sé cantar, sé muy poco de solfeo y tengo un oído musical muy malo, pero sí que sé quién
canta bien y quién no. Pasa como con los vinos, hay los que te gustan y los que no.

Sus charlas sobre el mundo de la ópera son muy apreciadas.
¡Tampoco revelo ningún secreto! Disfruto mucho hablando de la voz en la ópera, voy ofreciendo conferencias al respecto en toda España.
Si gustan, seguiré haciéndolo mientras me busquen para ello. En la Real Academia ya ofrecí una y ciertamente fue un éxito.

Su relación con la institución viene de lejos.
La verdad es que sí. Pertenezco a esta Academia desde que era la Academia de Doctores del Distrito Universitario de Barcelona.
Mi diploma es de 1976, así que debo de ser de los académicos numerarios más antiguos. Me desconecté de ella hasta que la reencontré
convertida en una gran academia, con una intensa actividad. Creo que nuestro actual presidente, Alfredo Rocafort, le ha dado un vuelco
total y le ha aportado una serie de actividades espectaculares, de gran interés. Mi padre, que también era miembro de la antigua Academia
desde el año 1967, quiso también regresar en el 2015. Y los dos nos “rebautizamos”, por decirlo así.
Yo como académico de número y mi padre, con 99 años, como académico emérito. Fue un acto muy entrañable y creo que era la primera vez en que
un padre y un hijo ingresaban, o regresaban, al unísono.

La Academia se ha convertido en otra de sus pasiones. No dudó en asumir la vicepresidencia.
En aquel acto del que guardo tan buen recuerdo mi padre pronunció unas palabras tan sinceras como certeras que creo definen muy bien lo que es la
institución: “Ésta es una Academia con corazón”. Es así. Es una Academia transversal, con diferentes visiones de la ciencia, con académicos de
diferente formación, diferente origen, diferentes creencias políticas y religiosas, diferentes formas de ser…
Pero todos estamos aglutinados por lo que significa la Academia y su carácter universal. De ahí que la decisión de la actual Junta
de Gobierno de hacer de ella una Academia Europea ha supuesto un punto de
inflexión para que la institución se convierta definitivamente en un referente
internacional desde Barcelona. Vemos cómo están ingresando premios Nobel de gran nivel.
Soy plenamente consciente de que yo no llego a la altura de los
nuevos miembros, pero, como se dice, el roce hace el cariño y yo espero que
el roce con esta gente me transmita su saber. Yo aprendo cada vez que voy a la Academia y me maravillo en los actos académicos.

¿Cómo ve el futuro de la institución?
Se lo diré con una palabra: prometedor. Una Academia como ésta es única y tiene un potencial enorme por su propia idiosincrasia.
Si alguien buscase una consultoría universal esta Academia tiene especialistas de primer nivel en absolutamente todas las materias.
Quizá alguien pueda decir que allí no están los mejores, los más listos del país, pero sí que son todos grandes autoridades académicas.

¿De dónde saca el tiempo para su actividad profesional?
Todo es cuestión de organización. No hay más. La gente que me conoce no cree que pueda dormir ocho y hasta nueve horas al día, y es así.
Mi actividad principal está en la Clínica.
Cada día estoy allí a las 8 de la mañana y antes de las 9 de la noche no salgo.
Tengo la suerte de tener una familia que siempre me ha entendido y compartido mis pasiones y una gran familia profesional que también incluye
buena a la familia directa: mi hermano trabaja conmigo, mi hija, mi esposa, mis hijos tienen la clínica anexa…
Una familia médica que siempre ha estado unida, trabajando en el mismo sentido.

Y mantiene su actividad investigadora.
Sí, por suerte la puedo mantener. A parte de mis cursos y los que doy puntualmente en el extranjero, sigo publicando trabajos y ahora estoy
pendiente de presentar una tesis doctoral en Farmacia y quizá en un año pueda presentar mi tercer doctorado en Neurociencias. Es mi ilusión.
Creo que siempre debemos tenerlas. Luego ya veré si me animo a más.

Y me dicen que aún le sobra tiempo para otras aficiones.
Todos los adultos, tengamos la edad que tengamos, debemos tener aficiones
y, le digo más, debemos de seguir jugando y tener juguetes. A mí me encanta el
coleccionismo y soy un gran aficionado a la mecánica. Tengo algunos coches
antiguos que restauro y conduzco. Tengo la afición de comunicar y enseñar a
los jóvenes. De discutir con ellos. Porque aprendo mucho de ellos. Éste es mi
mundo. Al sistema nervioso le tienes que poner obligaciones cada día, porque
es la única forma de evitar en envejecimiento y, lo que es peor, el conformismo
y la desidia. Que cada día sea diferente, ese es mi lema. Tú puedes ir cada día a
la misma oficina pero hacerlo con una actitud diferente.

No le veo jubilado.
La verdad es que veo muy mal mi vida de jubilado. De hecho, no la veo.
He disfrutado mucho la vida, la sigo disfrutando y quiero seguir disfrutándola muchos años.
De momento no dejo de embarcarme en proyectos. El año que viene tengo seis misiones de la fundación programadas y otras actividades profesionales y docentes.
Sólo necesito salud y seguir aprovechando el tiempo como hasta ahora.

Vayamos un momento a los inicios: ¿Cuándo descubrió que quería ser médico?
De pequeño siempre quise ser médico, pero no quise decir nada a mi padre hasta que tuve 16 años y tenía que cursar el preuniversitario.
Fue entonces cuando se lo confesé. Le dije que quería ser médico y concretamente cirujano.
Le di una gran ilusión. Ya en la Universidad me puse a estudiar muy seriamente y saqué una de las mejores notas de toda la Facultad, simplemente
porque consideré que si mi padre iba a costearme la carrera que yo quería estudiar debía dedicarme a ella muy en serio.
Al acabar opté por hacer la especialidad en Francia, en Montpellier. Allí fue donde me especialicé tanto en otorrinolaringología como en cirugía máxilofacial.
Estuve cuatro años allí, después me fui a París y, de allí, a Estados Unidos y Canadá luego a Suiza para dedicarme a la cirugía plástica, …
Sin irme de aquí, porque iba combinando mis estancias fuera con períodos en Barcelona. Eso me permitió aprender también muchas cosas de mi
padre, a quien considero mi principal maestro.

Y su primer compañero de trabajo.
Exactamente. Empecé a trabajar con mi padre en su antigua Clínica, que estaba en el centro de Barcelona.
Pero le planteé un cambio, porque aquello se nos quedaba pequeño. Lo convencí y así fue cómo nos fuimos a la calle Dels Vergós, donde estamos desde hace más de 25 años.
Mi hermano también se incorporó y luego fue llegando el resto de la familia

Usted también conoce bien lo que es la sanidad pública.
La conozco porque fui durante muchos años jefe de servicio de un hospital público de Barcelona, a tiempo parcial.
Debo decir que disfruté muchísimo allí, aunque también es cierto que en los últimos años noté mucho desengaño, mucha desilusión.
A eso se añadió que cada vez pretendían que fuese un gerente en lugar de operar y me sinceré.
Yo no había nacido para ser un gestor, porque no soy capaz ni de hacer mi propia declaración de la renta.
Y como no me interesaba cómo gestionar un departamento de cirugía de un hospital decidí dejarlo e incorporarme
al 100% en la Clínica Clarós, donde creí que podía aportar más.
Eso sirvió para potenciarla y para potenciar la Fundación, así que bienvenido sea el cambio.

Sus hijos han seguido su camino, como usted siguió el de su padre.
Ellos han elegido y no puedo estar más orgulloso. Es muy importante ver triunfar a los hijos.
Lo comparo con la grandeza de un profesor universitario al ver y reconocer que sus alumnos lo superan.
A mí mis hijos empezaron a superarme en altura y lo han ido haciendo en todo lo demás.
Creo que el éxito no es otra cosa que cómo has conseguido que sean tus hijos y cómo te van a recordar.
La vida es así de sencilla y compleja a la vez.